Hidratación para corredores: Clave para el rendimiento y la salud

La hidratación es un pilar fundamental en el rendimiento de cualquier corredor. Tanto si corres una distancia corta como si te enfrentas a un maratón, mantener un nivel adecuado de líquidos es esencial para evitar la fatiga, mejorar el desempeño y prevenir problemas de salud. En este artículo, te contamos todo lo que necesitas saber sobre cómo y cuándo hidratarte antes, durante y después de correr.

El cuerpo humano está compuesto en su mayoría por agua, y durante el ejercicio, perdemos una gran cantidad de líquido a través del sudor. Esta pérdida no solo incluye agua, sino también electrolitos como sodio, potasio y magnesio, vitales para la función muscular y el equilibrio del organismo.

Una deshidratación del 2% del peso corporal ya puede provocar una disminución significativa del rendimiento físico y mental. Además, aumenta el riesgo de calambres, mareos, fatiga prematura y, en casos graves, golpe de calor.

Objetivo: empezar la sesión bien hidratado, pero sin exceso.

  • Bebe entre 400 y 600 ml de agua 1-2 horas antes de correr.
  • Evita bebidas azucaradas o con cafeína en exceso.
  • Si hace mucho calor, añade una pequeña cantidad de electrolitos.
  • Comprueba tu orina: si es clara, estás bien hidratado; si es muy oscura, necesitas beber más.

Depende de la duración e intensidad:

  • Menos de 45 minutos: en general, no necesitas beber durante el ejercicio (salvo en calor extremo).
  • 45 a 90 minutos: bebe agua a pequeños sorbos cada 15-20 minutos si lo necesitas.
  • Más de 90 minutos: es recomendable una bebida isotónica que reponga también electrolitos y carbohidratos.

Consejo: prueba tus estrategias de hidratación en los entrenamientos largos, no el día de la carrera.

¿Cuánto beber? Aproximadamente 150–250 ml cada 20 minutos, ajustando según tu sudoración y clima.

Objetivo: recuperar líquidos y sales minerales perdidos.

  • Bebe al menos 500 ml en los 30 minutos posteriores al entrenamiento.
  • Puedes utilizar bebidas con electrolitos, agua con un poco de sal y limón, o simplemente agua y fruta.
  • Una buena opción: agua + plátano + yogur natural.
  • Sed intensa
  • Dolor de cabeza
  • Mareo o desorientación
  • Orina muy amarilla o escasa
  • Fatiga inusual
  • Calambres musculares

Si presentas varios de estos síntomas, hidrátate inmediatamente y reduce la intensidad del ejercicio. Además, en días calurosos o de alta humedad:

  • Aumenta la frecuencia de ingesta, aunque sean pequeños sorbos.
  • Lleva una botella o cinturón de hidratación si el recorrido no tiene puntos de agua.
  • Utiliza gorra, ropa ligera y gafas de sol para evitar un sobrecalentamiento excesivo.

Conclusión

Una buena hidratación es tan importante como el entrenamiento en sí. Escuchar a tu cuerpo, ajustar la cantidad de líquidos según el tipo de carrera y las condiciones climáticas, y practicar tu estrategia de hidratación en los entrenamientos te permitirá rendir mejor, recuperarte más rápido y, sobre todo, cuidar tu salud.